Cabrones – editorialmente hablando.

Hoy Alberto Olmos ha publicado un artículo sobre las cosas de la propiedad intelectual. Como no he podido comentar en Hikikomori, pego el comentario aquí. No es que sea nada del otro mundo, pero vamos: ustedes están acostumbrados a leer este blog y saben lo que hay 🙂

Para mi el problema es cómo sobrevivir como ‘artistas/escritores/humoristas’ en un mundo lleno de cabrones (sic.).

Las editoriales mainstream son unas cabronas (como dice la gente de Orsai y otros tantos) y los gurus digitales también (como bien dices tú). Pero si nos quedamos aquí, todos muertos de hambre: al final, ¿Esperaremos un mecenas para poder trabajar?

El problema, supongo, es que hay ‘modelos de negocio’ (el ‘palabro’ de moda) que sólo son sostenibles en virtud de la tecnología.
En el caso de la propiedad intelectual se ve claro: antes (y hablo de antes-antes, no de hace dos días) no existía. Y no es una cuestión de nombres: que lo llamemos derecho, es una cuestión retórica. El derecho de pernada era una barbaridad, aunque lo llamemos ‘derecho’.

No sé… Lo peor de toda esta pelea es que, ganen quien ganen, salen perdiendo los escritores. Yo por lo pronto, como escritor humorístico, voy a echar el currículum en Lector MalHerido. Por si hay suerte…

Feliz año, gente.

Se ha muerto Hitchens

Shit.

Ideas por m2

Le respondía Juaristi a Atxaga en los 80s que el poema que nace de un arrebato será siempre un mal poema. Esta reflexión de Jose Antonio Montano es algo antigua: y más allá de lo que hable sobre Espada, habla bien sobre la columna periodística o la entrada bloguera. El fantasma de Larra (por meter un fantasma de la casa y darle a esto cierto aire harrypotteriano) repite insistentemente «Más ideas, necesitamos más ideas». No digo nada del 15M, que aún es pronto para hacer sangre.

Y es que alumbrar una idea no es tarea encomendable al mero sentimiento.

«Comillas»

Ayer por la noche, Sarko dijo «David Cameron es un gilipollas: la escenificación clara de porqué en 1066 les dimos en el culete». Eso o, ya que estamos de dilemas éticos, es «lo que expresa correctamente su auténtico pensamiento, a juicio del entrevistador, aunque la frase nunca haya sido pronunciada”.

Singer, Sark y Gopegui

Esta mañana me dió por entrar en twitter. Y entre fecundas reflexiones sobre el futuro de la UE (tipo: #vamosamorirtodos y tal) y algunos tweets sobre el Barça-Madrid del sábado, estaban @Alvy_Singer, @JonatanSark e @hijotonto hablando sobre (entre otras cosas) Belén Gopegui.

Aunque sospecho que el origen de la cuestión está en una broma sobre libros que quemar para asar castañas, como no lo sé y además no quiero aburrirles con los detalles; paso a lo que ha sido el cogollo de la conversación.

¿Cómo influye la ideología del autor (y, por supuesto, sus acciones) en su obra literaria? O lo que es lo mismo, ¿los méritos estrictamente estéticos (o literarios) se pueden ver afectados por valores extra-literarios?

El tema no es baladí: hace nada, como aquel que dice, el cincuenta aniversario de la muerte de Céline dejó claro que el tema, más allá de un ejercicio académico, es una cuestión pública de primer orden.

El caso de ‘la’ Gopegui es distinto, claro. Ella sólo, siendo la autoproclamada representante de la izquierda verdadera y de la nueva novela social, ha fichado por Berlusconi. Me recuerda a la peliculilla esa sobre Lope de Vega en la que Jerónimo Velázquez (creo) dice aquello de ‘yo nunca voy contra el negocio’. La magia del capitalismo, pues.

No me entiendan mal; estoy de acuerdo con Sark en que no es una cuestión de ser o no ser comunista, es cuestión de tener mucha cara. Les pongo un ejemplo para sacar el terreno de (este) fango ideológico: Newt Gingrich. El bueno de Gingrich (aquí, hacia mitad de la entrada, para una versión más larga) es un líder conservador de EEUU – se presenta, de hecho, a las primarias de este año. Uno de esos simpáticos y psicóticos republicanos que claman una y otra vez sobre la importancia de la familia.

Pues bien, este señor se divorció de su mujer mientras estaba enferma de cáncer en el hospital. Y no una vez, ¡dos veces! ¿Puede Newt Gingrich ser un genio conservador sin parangón? Sí, puede; aunque nunca pensé escribir esas palabras. ¿Es un capullo? Sí.

Sin el drama humano de la mujer moribunda, el esquema de la cuestión es el mismo: «que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha».

Lo que está claro es que Gopegui podría ser un monstruo literario y además una cínica. Pero, de todas formas, he de reconocer que no tengo muy claro lo primero en este caso por una cuestión meramente técnica (es decir, que es muy posible que la práxis literaria de Gopegui se derrumbe ante el cinismo de fondo – la novela social es lo que tiene). Le doy un par de vueltas…

No tengo perdón del cielo

La Historia es digna de Propp: Uno se hace un blog presa de una larga tarde de domingo. Luego una cosa lleva a la otra y, de repente, su url aparece en ‘el cementerio de los blogs olvidados’ (ahora que Zafón is back).

Ahora que llegan las ‘vacaciones’ y se adivinan raros futuros profesionales: yo también he vuelto.

Y espero estar mucho tiempo mugiendo bajo tu ventana.

Con dos cojones…

Pues para ser cachondeo patrullero me siento fuertemente identificado con la Generación Co.Do.Co.

Aclaraciones dramáticas

Todo Sobre Mi madre es un pez y el Nuevo DRAMA o que conste que a mi Bellver y sus amigos me parecen buena gente.

¡Qué drama!

Así en breve, que estoy de vacaciones. Sergi Bellver y algunos amigos suyos se ha inventadon un nuevo movimiento literario. A partir de hora se va a liar, o eso parece; más que nada porque ya salen los afectados diciendo que ni se le acerquen. Dicen que la Historia se repite: primero como nocilla y segundo como drama. Aunque yo más bien creo que la segunda vez es como farsa.

Un pub con dos estrellas

Tiene razón Sostres – y sé que decir esas tres palabras en público es poco popular – en que «la cocina creativa es […] una disciplina artística como la pintura, la música o la literatura, y con ella se pueden expresar ideas y sentimientos con la misma precisión que escribiendo o dibujando».

Aunque como también dice el provocador barcelonés en el mismo artículo «su lenguaje es muy nuevo», a mi me recuerda a la música: hay que combinar composición e interpretación. La cocina creativa no sólo requiere un conocimiento duro de la estructura del sabor y cierta solvencia conceptual: además, requiere organizar con éxito una cocina que parece, la verdad, una orquesta. Esto se ve muy bien en este reportaje de El País sobre René Redzepi.

Bueno, que me pierdo. El señor Michelín acaba de conceder la segunda estrella a ‘The Hand and Flowers‘ que es un pub a las afueras de Londres (‘toda Inglaterra son afueras de Londres’). Es decir, un pub acaba de recibir la misma calificación que el que hoy es considerado como el ‘mejor restaurante del mundo’: el Noma.

Sin entrar en el mítico doble rasero de los michelines, mi primo tiene una churrería: a ver para cuando la primera estrella.