Singer, Sark y Gopegui

Esta mañana me dió por entrar en twitter. Y entre fecundas reflexiones sobre el futuro de la UE (tipo: #vamosamorirtodos y tal) y algunos tweets sobre el Barça-Madrid del sábado, estaban @Alvy_Singer, @JonatanSark e @hijotonto hablando sobre (entre otras cosas) Belén Gopegui.

Aunque sospecho que el origen de la cuestión está en una broma sobre libros que quemar para asar castañas, como no lo sé y además no quiero aburrirles con los detalles; paso a lo que ha sido el cogollo de la conversación.

¿Cómo influye la ideología del autor (y, por supuesto, sus acciones) en su obra literaria? O lo que es lo mismo, ¿los méritos estrictamente estéticos (o literarios) se pueden ver afectados por valores extra-literarios?

El tema no es baladí: hace nada, como aquel que dice, el cincuenta aniversario de la muerte de Céline dejó claro que el tema, más allá de un ejercicio académico, es una cuestión pública de primer orden.

El caso de ‘la’ Gopegui es distinto, claro. Ella sólo, siendo la autoproclamada representante de la izquierda verdadera y de la nueva novela social, ha fichado por Berlusconi. Me recuerda a la peliculilla esa sobre Lope de Vega en la que Jerónimo Velázquez (creo) dice aquello de ‘yo nunca voy contra el negocio’. La magia del capitalismo, pues.

No me entiendan mal; estoy de acuerdo con Sark en que no es una cuestión de ser o no ser comunista, es cuestión de tener mucha cara. Les pongo un ejemplo para sacar el terreno de (este) fango ideológico: Newt Gingrich. El bueno de Gingrich (aquí, hacia mitad de la entrada, para una versión más larga) es un líder conservador de EEUU – se presenta, de hecho, a las primarias de este año. Uno de esos simpáticos y psicóticos republicanos que claman una y otra vez sobre la importancia de la familia.

Pues bien, este señor se divorció de su mujer mientras estaba enferma de cáncer en el hospital. Y no una vez, ¡dos veces! ¿Puede Newt Gingrich ser un genio conservador sin parangón? Sí, puede; aunque nunca pensé escribir esas palabras. ¿Es un capullo? Sí.

Sin el drama humano de la mujer moribunda, el esquema de la cuestión es el mismo: «que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha».

Lo que está claro es que Gopegui podría ser un monstruo literario y además una cínica. Pero, de todas formas, he de reconocer que no tengo muy claro lo primero en este caso por una cuestión meramente técnica (es decir, que es muy posible que la práxis literaria de Gopegui se derrumbe ante el cinismo de fondo – la novela social es lo que tiene). Le doy un par de vueltas…

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